20080607

Aullar

Y se sentó al filo de un tejado a observar y meditar. El sol cayó sobre sus hombros, las nubes cubrieron sus manos y la lluvia bañó su rostro, entonces dejó salir su frustración para que se confundiera con la lluvia. Sintió alivio, sintió enojo… supo entonces lo que debía hacer. Quiso entonces disfrutar de la sensación inmensa de la lluvia sobre sus ojos, del sol en su piel y de las nubes entre sus dedos; se recostó y dejó que el vacío acariciara sus pies. Ahora todo era más claro, sabía qué debía hacer… no sería más un devorador de pecados y que el mundo se fuera al caño, mientras el pudiera disfrutar del dulce sabor de la luna llena y deleitarse con el suave aullido de su lobo interno.

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